BAGDAD.- Dos suicidas
coordinados atacaron una comisaría de policía en el suburbio más occidental de
Bagdad, matando a al menos cinco agentes, según funcionarios iraquíes, tras una
oleada de ataques del grupo EI que mató a casi un centenar de personas en la
capital iraquí.
Los atentados
reclamados por la milicia extremista fueron los más mortales registrados este
año en Bagdad, en un momento de inestabilidad y estancamiento político en el
gobierno y el parlamento iraquíes.
El jueves se celebraban
funerales por muchos de los muertos en los ataques del miércoles. En el ataque
más cruento el miércoles, un coche bomba estalló en un abarrotado mercado al
aire libre de alimentos, ropa y enseres en el barrio de Sadr City, de mayoría
chií.
El jueves,
dos suicidas atacaron la comisaría del suburbio de Abu Ghraib al amanecer,
explicó un agente de la policía.
El primer
insurgente se inmoló en la puerta del edificio y el segundo hizo estallar sus
explosivos en el interior, agregó. Al menos 12 policías resultaron heridos en
el atentado.
Un
responsable sanitario confirmó el número de víctimas. Ambos funcionarios
hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a difundir
la información.
En el
atentado en el mercado de Sadr City murieron 68 personas, y otros dos coches
bomba en diferentes lugares de la ciudad mataron al menos a 30 personas.
Después de
los atentados, familiares y amigos de los fallecidos encendieron velas en la
escena del ataque de Sadr City y las mezquitas de la ciudad pidieron que la
gente fuera a donar sangre. Muchas de las víctimas se enterraban el jueves en
la ciudad chií de Najaf, donde hay un gran cementerio cerca de un santuario a
un venerado imán chií.
Aunque la
seguridad en la capital iraquí ha mejorado, los atentados del miércoles
demostraron la capacidad del grupo EI para lanzar ataques devastadores en el
corazón de Bagdad. El 28 de febrero murieron otras 73 personas en atentados
consecutivos en Sadr City.
Los
extremistas del grupo EI aún controlan amplias extensiones de territorio en el
norte y el oeste de Irak, incluida la segunda ciudad más grande del país,
Mosul. Los lugares públicos y comerciales de barrios chiíes están entre los
objetivos más frecuentes de los milicianos del grupo armado, que quieren socavar
los esfuerzos del gobierno por mantener la seguridad en la capital.